Nosotros, como la mayoría de los venezolanos, pasamos un fin de semana con los nervios de punta y con adicción descontrolada a las noticias y al teléfono, este fin de semana particularmente yo estuve con la tolerancia al límite y el nivel de disposición bastante afectada.
Por supuesto llega la noche y me acuesto pensando en todo el tiempo que perdí exigiéndoles a Tavi y Pablo que jueguen solos, que me den espacio, que se mantengan tranquilos, que ayuden y entiendan todo como adultos solo porque yo no me siento con ánimo de nada, me ataca la culpa, y se que a @fleurygustavo también.
Somos humanos, y yo tiendo a pensar luego que tengo que tener más paciencia, que tengo que contenerme justo en el momento en el que quiero explotar y gritar pero en realidad no, no se trata de contener más, de tener más paciencia o tener más aguante, para mi se trata realmente de evitar a toda costa llegar al momento en el que tengo que aguantarme las ganas de regañarlos y tragarme mis emociones; con Tavi y Pablo es muy fácil saber cómo podemos evitar llegar ahí, siempre que ellos tienen la atención que necesitan pues están conectados y atentos, alegres y dispuestos a crear momentos de armonía. Es difícil, somos una familia especial, nuestros hijos están acostumbrados a una constante guía y un constante reforzamiento positivo por conductas apropiadas y aprendizajes nuevos así que es eso lo que más disfrutan, eso es lo que piden porque es lo que conocen, no tienen el hábito de jugar solos porque así se nos ha planteado la vida; hemos trabajado intensamente en la estimulación de Tavi y sin querer hemos descuidado otra parte, la de enseñarles a pasar tiempo solos en casa con sus juguetes.
A pesar de mi mal humor, me forcé a guardar el teléfono dos veces y dedicarme a ellos sin fotos, vídeos y sin distraerme con las noticias o la cocina, y solo con 10 minutos de ABA logramos que Tavi imitara los dibujos de Pablo, que se riera al ver sus creaciones, que firmara con su nombre uno de sus primeros dibujos y que pasara una hora en la actividad de “pintar” (porque pintar no le llama para nada la atención), a demás, logramos que Tavi y Pablo construyeran un “tren” de plastilina juntos, cada uno aportó piezas hechas con el molde, y Tavi permitió que su hermano agregara elementos a algo en lo que estaba trabajando él (un pasito adelante en flexibilidad); en fin, esas pocas ocasiones en un fin de semana que se hizo eterno, con pocas horas de sueño y mucho cansancio, fueron suficientes para demostrarme que realmente lo que necesitan es contacto y atención porque es como los hemos acostumbrado a vivir.
Ahora tengo un nuevo foco, sin estrés ni presión, pero creo que es necesario a las edades de Tavi y Pablo y es algo que se agrega a todo lo que trabajamos con ellos en el día a día, y es crearles un repertorio de actividades en casa que puedan hacer solos y que disfruten sin necesidad de tener un constante refuerzo que les quita independencia, siento que debo ayudarles a aprender a estar solos aunque todavía no tengo ni idea de cómo pues me tendré que poner a estudiar. Quizás lo logramos, o quizás simplemente sigamos siendo una familia de constante compartir, y quizás esa sea nuestra manera de seguir sumando momentos felices a nuestras vidas. Les seguiré contando
Reflexiones que valen